Kali Yuga

Corre... Más rápido... Tu única oportunidad para escapar de ellos es ser más listo o más fuerte... Olvida tu fuerza física, eso no te servirá aquí.

Todos han muerto, sólo hay una salida y no es fácil.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Kali Yuga 1

©Gabriel Pastor Sánchez, me reservo todos los derechos de autor sobre la obra expuesta a continuación. 09/12/2010

-Shh, no hagas ningún ruido, no te muevas… Ahí vienen… Simplemente… Escondámonos aquí. Sitúate dentro del pentagrama. – Susurró Mario al cachorro que iba con él. – Si no ladras no tendremos ningún problema con éstos…

El cachorro, ignorando las palabras del joven chico, soltó un pequeño ladrido, como si no entendiese la situación.

-¡No! – Gritó mientras se apresuró a sacar un cuchillo de su mochila.

Con el afilado utensilio rasgó la piel de la palma de su mano; una profunda herida, cuya sangre utilizó para trazar una circunferencia que rodeaba el pentagrama, pasando por todos los vértices de éste. Nada más encerrar el pentagrama, varias sombras comenzaron a moverse por la habitación. Algunas se acercaban al círculo que cubría la estrella, pero sus figuras se distorsionaban hasta desaparecer, a la vez que la sangre iba evaporándose rápidamente y dejando un camino abierto para las figuras hacia adentro del pentagrama.

Mario utilizó el cuchillo que tenía en su mano derecha aún, y volvió a cortar la palma de su mano izquierda, rasgó por las marcas de heridas aún sin cicatrizar, trazando un Kali Yuga rápidamente. Poco después de terminar con los cortes, una de las sombras atravesó el círculo que rodeaba el pentagrama, adquiriendo la forma de un cuerpo humano en descomposición.

-¡Valac! – Gritó el joven a la vez que posaba velozmente la palma de su mano sobre la frente de aquella figura.

De la palma de la mano salió la silueta de una enorme serpiente, que devoró el cuerpo que había frente a él como si de una aspiradora se tratase. Al eliminar a aquel individuo, todos los demás se desvanecieron, como si tuviesen miedo del chico.

Mario miró con un gesto de desaprobación al cachorro, que movía juguetón su cola, y avanzó hasta ponerse delante de una ventana. La luz iluminó su largo pelo castaño claro, completamente rizado y que llegaba hasta su pecho. Sus verdosos ojos reflejaron los rayos de luz que entraba por aquel viejo cristal.

-Ahí vienen… - Dijo para sí observando como José y Miguel Ángel abrían la puerta y entraban a la sala con una bolsa cargada de latas de comida en conserva. – Parece que hoy ha habido bastante suerte con la recolección, ¿No? Por cierto… Esto estaba plagado de miniones, me he visto obligado a expulsarlos, aunque preferiría no tener que haberlo hecho.

José, un chico de unos dieciocho años, al igual que sus dos compañeros, de pelo corto y negro, barba, con una actitud bastante alegre y ojos marrones intensos, se quedó mirando a Miguel, de pelo castaño oscuro, rizado y de una extensión similar al de Mario, con ojos azules y una expresión de preocupación.

-Por fuera también había bastante movimiento de miniones, creo que es este lugar al completo, algún demonio mayor se debe haber deshecho. – Respondió José mientras miraba las latas una a una. – Al menos no he tenido que usar a Apadiel aún, aunque sinceramente hace tiempo que no le saco a pasear.

-No hables como si fuese un animal, recuerda que casi te mató al intentar dominarlo.

-Buena prueba de ello es tu cicatriz en el pecho, nunca pensé que con música se pudiese hacer eso, ni siquiera un demonio. – Completó Mario. – Creo que me quedé sin vendas, deberíais ayudarme a hacer unas cuantas con aquellas sábanas viejas.

-Será lo mejor, yo tampoco tengo ninguna venda y paso de que se me infecte la herida de la mano la próxima vez que tenga que llamar a Avachiel… - Dijo Miguel.

Los tres chicos se pusieron manos a la obra, a romper unas viejas sábanas en finas tiras que les sirviese de vendas, las cuales repartieron entre Mario y Miguel, que las guardaron en sus carteras.

-No sabes la suerte que tienes al no tener que utilizar un Kali Yuga de sangre, ojalá Valac apareciese con la música.

-Eh, Mario, esto es un trabajo de artesanía, tío. – Dijo José sacando una flauta de su cartera. – Mira, atento, el Kali Yuga está tallado en la madera perfectamente, son 8 Kali Yugas en total, cuyos centros son los agujeros. ¿Hace falta que te recuerde que me costó casi cinco horas esta obra de arte?

-Te costó cinco horas, pero nunca más vas a tener necesidad de cortarte y utilizar tu sangre para llamar a Apadiel. – Le cortó Miguel. – Además, es una injusticia que un demonio, a simple vista tan inofensivo, sea tan poderoso.

-Habló el que tiene autoridad para controlar hasta cuatro miniones a la vez… - Respondió Mario.

4 comentarios:

  1. Creo que sólo podría decir una palabra: INTERESANTE. jajaja Pero voy a decir alguna más. Es un buen comienzo, con lo justo de información para que me haga preguntas y quiera saber las respuesta. Definitivamente, me gusta. =)
    Espero que sí tengas tiempo para las dos!! ^^

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  2. Gracias (: De momento creo que tendré algo de tiempo, ya que terminé los exámenes y tal, así que me pondré a avanzarlas un poquitín. Me alegro de que te guste.

    Un saludo,
    Gabriel.

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  3. Genial!! A ver si me da tiempo a ponerme al día con la otra, jajaja. Los zombies son mi debilidad, lo admito, pero tengo poco tiempo. Te deseo mucha inspiración ;D

    Si tienes tiempo pásate por mi blog si quieres. Estoy escribiendo una historia que igual te gusta ^^
    Otro saludo para ti.

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  4. Hola Gabriel! Cuánto tiempo! Por fin puedo leer tu nueva historia. La verdad es que la idea me gusta. Si no he entendido mal el Kali yuga es un pentagrama escrito en sangre :D

    Voy a leer el 2.

    Por cierto, me he cambiado el nick por Josep J. (ya no soy el narrador XD). He abirto un nuevo blog, con mi nuevo proyecto. No sé si lo has visto. Te invito a entrar: ;) josepjativa.blogspot.com

    Saludos!!! y sigue así.

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